Soy
taxista.
¡Ya me tienen hasta la madre jefe!
Siempre es lo mismo: “¿Qué pasó mi chófer?” “¿Cómo estamos mi chófer?” “¿Está
bueno el calorsito verdad mi chófer?” Nada más desagradable que le recuerden a
uno lo jodido que está. Si yo no entré aquí por gusto mi jefe, ya sabe cómo es
la vida a veces, uno quisiera andar por otros lados, pero hay que comer y hay
que alimentar a la familia.
Esto casi no se lo cuento a nadie, pero usted
se ve diferente, luego se da uno cuenta cuando una persona está preparada. Yo
antes de subirme al taxi me dedicaba a escribir. Estuve estudiando cuatro años en
la Universidad Nacional, tuve a los mejores profesores de México, dominé gran
parte de la literatura universal, le conozco de muchos autores, sobre todo a
los rusos, esos rusos siempre me parecieron muy buenos.
Ya saliendo de la universidad me
dediqué a escribir poesía, era bueno según decían quienes me leían, ya hasta me
iban a publicar un libro, pero ya sabe jefe, todo terminó por irse a la
fregada.
Me casé, de ahí nacieron mis hijos y
pues uno se aferra a no ver la realidad, así estaba yo, hasta que un día mi
esposa me dijo que de poesía no se vive. Lo que más me dolió de esas palabras
es que tenía razón. Y aquí estamos mi jefe, lo único que me conforta es que quizás
yo sea el primer taxista - poeta de la ciudad.
Por eso me enojo, porque a cada rato
me dicen “el chófer”, como si yo fuera menos que ellos, como si ellos fueran
capaces de describirme una puesta de sol, si nada más se la pasan quejándose,
que si el tráfico, que si las marchas, que si los asaltos; pero que me podrían decir
ellos de la belleza, de la tristeza o del amor.
Si sólo se la pasan hablando puras
babosadas: que si “el cielo amaneció empedrado”, es porque va a temblar, o
porque va a llover; que si gana tal político, vamos a estar peor de lo que
estamos ahora… Si me interesara algo de lo que hablan, sólo prendería la radio
o la televisión, ahí aprenden a decir todas las babosadas que dicen, “seres
pensados” les decía Schopenhauer, parecen repetidoras nada más. Qué podrían
decirme ellos del Canto General, de los Campos de Castilla o de Las Flores del
Mal.
Y de mis compañeros ni se diga, si
sólo hablan de fútbol, de irse a la cantina, de pedirle más derechos a los
patrones, que porque según estamos muy jodidos, pero la verdad es que ya lo estábamos
antes de entrar aquí.
Mi esposa es la única contenta, yo ya
quisiera salirme de esto, usted sabe mi jefe, dejar todo y hacer lo que a uno
le gusta.
Usted se ve diferente, en una de esas
hasta resulta que usted es poeta, uno luego se da cuenta.
- Bajo en la siguiente esquina por favor.
- Claro que si mi jefe, son 100 pesos.
- Muchas gracias “mi chófer”, que
tenga una buena “puesta de sol”.
- Gracias mi jefe, muchas gracias…
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