Ir al contenido principal

"Instinto" o el origen de la violencia.



¿La violencia es parte de la condición humana? Esa parece ser la gran interrogante que nos arroja la película dirigida por Jon Turteltaub y coprotagonizada por Anthony Hopkins y Cuba Gooding (dos estrellas consagradas de Hollywood).

Un antropólogo y un psiquiatra se verán inmersos en una serie de diálogos y confrontaciones; todo esto porque el segundo está interesado en saber qué fue lo que orilló al primero a asesinar a unos guardabosques mientras realizaba estudios sobre el comportamiento de  un grupo de gorilas.

El psiquiatra, quien es reconocido como una joven promesa en el área clínica, toma esta tarea como un reto personal, ya que después de los asesinatos, el antropólogo - interpretado por Hopkins - se ha hundido en el silencio y su comportamiento es agresivo.

La fuerza de la película reside en las conversaciones que llevan a cabo dentro de la cárcel para enfermos mentales. A lo largo de sus constantes charlas, queda bien establecida la doble condición del ser humano; por una parte, está el hombre obsesionado con el éxito, con los logros profesionales y empeñado a triunfar de acuerdo a los cánones sociales en todos los aspectos de su vida; por otra parte, está la condición del hombre desarraigado, el hombre natural que ha roto con toda convención social, un hombre desinteresado por la vida mundana y trágica de la modernidad. Esta doble condición humana, es la verdadera lucha y la esencia de las conversaciones. En una de las partes más llamativas de la película se ve como el “hombre salvaje” somete físicamente al “hombre moderno” y le suelta una de las interrogantes más perturbadoras: ¿Qué es lo que te he quitado? ¿Qué es lo que has perdido al tenerte bajo mi poder estrujando tu cuello? El hombre moderno - interpretado por el psiquiatra – contesta erróneamente en dos ocasiones: “El control, mi libertad”. ¿Control de qué? ¿De subirle el volumen a su radio? Nunca ha tenido el control de nada, así que no pudieron arrebatarle algo que no tiene. ¿Qué libertad? ¿Qué lo ata a seguir despertando día con día para ir a trabajar? ¿Qué lo angustia? ¿Es realmente libre? En una tercera oportunidad contesta: ¡Mis ilusiones!... y el hombre suelta su cuello.

Ilusiones,  el mundo moderno -  nos escupe la película – está construido de ilusiones: éxito, fama, autos, mujeres, sexo, prestigio, poder, gloria, dinero;  esas son las ilusiones que el mundo moderno nos hace pensar que constituyen nuestro ser, pero en realidad no somos nada ante fuerzas naturales y más poderosas. La esencia de nuestro ser reside en lo que nos quede de bondad, en lo que nos quede de respeto y de verdadera libertad.

¿La violencia? La violencia es desatada - según la trama de la película - por nuestra avaricia, por nuestra falta de respeto y de reconocimiento hacia lo otro, hacia lo que es distinto a mí. En tiempos en que gobierna la intolerancia, es preciso recordar que no somos dueños más que de ilusiones, de castillos de arena sostenidos en el aire.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Jorge 'Maromero' Páez. El punk mexicano del boxeo.

<<Infancia es destino>> y la infancia de Jorge Páez se forjó en las carpas de circo; a veces como payaso, otras como acróbata. Había nacido para entretener, para dar espectáculo, para arrebatarle una sonrisa a la gente y hacerle olvidar - aunque sea por un momento - las desgracias cotidianas de la vida. Pronto fue arrancado de su vida circense y empezó a entrenar box, con ello vinieron sus primeras peleas y sus primeros triunfos. El 'maromero', como empezaron a decirle, era un espectáculo en el ring. En cada pelea se le podía ver con ropa extravagante, subía vestido de mariachi, con faldas, con vestidos de novia, con el pelo rapado a lo punk, con letras inscritas en la cabeza, trenzado, maquillado y dando maromas en el cuadrilatero. Era el hombre y su destino, era el niño que jamás abandonó el circo. La gente lo aclamaba, sólo iban a ver al maromero, ese loco, ese payaso que sabía boxear. Contrario a lo que podría pensarse, no fue un boxeador ridí

Soy taxista.

Soy taxista. ¡Ya me tienen hasta la madre jefe! Siempre es lo mismo: “¿Qué pasó mi chófer?” “¿Cómo estamos mi chófer?” “¿Está bueno el calorsito verdad mi chófer?” Nada más desagradable que le recuerden a uno lo jodido que está. Si yo no entré aquí por gusto mi jefe, ya sabe cómo es la vida a veces, uno quisiera andar por otros lados, pero hay que comer y hay que alimentar a la familia. Esto casi no se lo cuento a nadie, pero usted se ve diferente, luego se da uno cuenta cuando una persona está preparada. Yo antes de subirme al taxi me dedicaba a escribir. Estuve estudiando cuatro años en la Universidad Nacional, tuve a los mejores profesores de México, dominé gran parte de la literatura universal, le conozco de muchos autores, sobre todo a los rusos, esos rusos siempre me parecieron muy buenos. Ya saliendo de la universidad me dediqué a escribir poesía, era bueno según decían quienes me leían, ya hasta me iban a publicar un libro, pero ya sabe jefe, todo terminó po

Juan Pablo II, Dudek y la religiosidad del fútbol.

Antes de convertirse en el máximo jerarca de la Iglesia Católica, Juan Pablo II fue un ferviente practicante del fútbol. Con la leyenda ya construida de su imagen, se llegó a decir que fue un virtuoso de la portería y que de vez en cuando se le daba por lanzarse al ataque. Para muchos es desconocido que Juan Pablo II fue el primer papa que asistió a un partido de fútbol y que en más de una ocasión usó al fútbol como mera metáfora de la vida. Juan Pablo II siempre apostó por un fútbol colectivista que reivindicara los valores humanos. Siempre se mostró en contra del fútbol mercantil y egoísta que manchaba la esencia del deporte. Por eso no resulta extraño que hoy se le atribuyan una serie de milagros deportivos; en especial aquel milagro que hizo posible que Liverpool se coronara campeón de Europa en el año 2005. En aquel partido Liverpool parecía estar condenado a la derrota, con un medio tiempo a cuestas y con un marcador de tres goles a cero en contra, todo in