Con Mario Almada supimos de un México bandido, un México que se disputaba con las armas y cuyos personajes se imponían a sangre y fuego. Descubrimos un mundo que le rendía culto y pleitesía a las armas y al dinero.
Mario Almada siempre estuvo relacionado con la imagen del "salvador" y el "pistolero justiciero"; era la representación del héroe icónico, era quien acababa con los "malos", con los "traidores", con los que no eran fieles a los valores del plomo.
Paradójicamente, Mario Almada parte en medio de un país que convulsiona y se disputa con violencia desmedida; donde el culto al dinero y al poder, es una constante.
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