Trágicamente, el hombre está perdiendo el diálogo con los demás y el reconocimiento del mundo que los rodea, siendo que es allí donde se dan el encuentro, la posibilidad del amor, los gestos supremos de la vida. (Primera Carta, Ernesto Sabato)
Sabato nos hace una invitación a recuperar el proyecto del hombre. Una invitación que reivindica los valores y los principios más elementales de la humanidad. A través de este breve ensayo, el autor confronta los principios de la humanidad contra las herramientas enajenantes y mecanizadas de las sociedades contemporáneas. Herramientas que han anulado el diálogo y el reconocimiento cotidiano del “otro”, generando un sujeto aislado que es incapaz de establecer formas sanas de comunicación y convivencia.
La excesiva dependencia a los placeres generados por la globalización ha producido una serie de males y repercusiones en la vida cotidiana de las personas. Una vida condicionada a vivirse sin establecer vínculos sociales y afectivos con sus semejantes, en vez de esto; el hombre ha optado por llevar un modo de vida egoísta que lo aleja de todo principio humanista. Sabato es consciente de esta preocupante situación, y a través de las cinco cartas en las que está compuesto su libro, establece la necesidad de recuperar todo aquello que es imprescindible para todo hombre. Cuestiones tan elementales como el diálogo, una charla con los amigos, platicar en la mesa a la hora de la comida con nuestros familiares, o tomar un café con nuestra pareja, le hacen frente a modos de vida asfixiantes basados en la enajenación cotidiana producida por la televisión.
Sentado en la plaza volvieron mis obsesiones de siempre. Las sociedades desarrolladas se han levantado sobre el desprecio a los valores trascendentes y comunitarios y sobre aquéllos que no tiene valor en dinero sino en belleza. (Segunda Carta, Ernesto Sabato)
Para Sabato los valores que se sustentan a través de la costumbre y la tradición, se encuentran en peligro. Las personas cada vez se reconocen menos, se han convertido en un mar de gente que anda por las calles sin identidad, nadie es capaz de reconocerlos y parecen sujetos anónimos pertenecientes a una masa homogénea.
El sentido de la vergüenza se ha perdido y en los medios de comunicación se enaltecen las acciones más ruines. Los grandes informadores de la sociedad hacen apologías de la corrupción y la injusticia. Sabato considera que el individuo carece del sentido de sacrificio, El hombre no es capaz de ceder al otro lo que no se le tiene reservado para él. El sacrificio conlleva comprometerte con la humanidad y generar un sistema de valores y principios a defender. Sacrificarse es el acto continuo de ver por el otro, de identificar y complementar tu concepción del mundo a través del reconocimiento de la otredad. En resumen, se trata del principio kantiano de que toda acción sea máxima universal para cada uno de mis semejantes. Se trata de que todas mis acciones estén encaminadas a conseguir un bien general para la comunidad de sujetos semejantes a mí, pero a la vez, con sus diferencias particulares.
El mundo se ha racionalizado mucho a través de la ciencia y el desarrollo de la tecnología. Esto ha generado personas más críticas, informadas y conocedoras de su entorno. La ciencia ha permitido que el hombre conozca diversos fenómenos a través de una explicación argumentada y comprobaciones viables y posibles; pero también, ha hecho que el individuo sea una persona que cada día se desapega más de lo religioso y lo mítico, de aquello que es capaz de explicar el mundo a través del alma.
Para Sabato, ciencia y religión deben de encontrar un punto armónico para poder generar un sistema de ideas más íntegro; en el cual, la visión de nuestra realidad sea o pretenda ser más totalizadora.
El rito, es aquello que nos permite regresar a las raíces de nuestra cultura, nos recuerda que el hombre actúa bajo principios simbólicos y es a través de estos, que costumbre y tradición se manifiestan en su forma más pura.
Nada de lo que fue vuelve a ser, y las cosas y los hombres y los niños no son los que fueron un día. ¡Qué horror y qué tristeza, la mirada del niño que perdimos! (Tercera Carta, Ernesto Sabato)
“Tener la mirada fija hacia la nada es ver hacia dentro de nosotros”, Sabato es un hombre sensibilísimo que no duda en dejar una parte de si en cada una de sus cartas. El recuerdo de su madre y la añoranza de un pasado que jamás podrá volver a ser, hacen del escritor, una persona vulnerable a los sentimientos de la soledad y la tristeza.
Sabato nos hace recordar que el tiempo suele ser un sufrimiento constante cuando aquellas cosas tan simples, pero tan puras de la humanidad, pasan de manera imperceptible. Añorar la vieja casa de la infancia, las tardes en las que toda la familia se reunía alrededor de la mesa o el fallecimiento de un ser querido y haberlo sufrido de la manera más sensible, es lo que le da un valor a nuestros recuerdos. Esos recuerdos llenos de sensibilidad y humanidad que cristalizan los ojos hasta que desborde un río por ellos.
Sabato se humaniza desde el concepto más puro, nos recalca la necesidad de que prevalezcan los recuerdos, las memorias de los viejos tiempos y que se recurra a ellos cada día en los que nos sintamos menos nosotros.
La humanización tiene que corregir la frialdad de nuestras sociedades. Una sociedad que ha generado un sistema educativo frío y desapegado de la realidad, una educación que nos incita a competir el uno contra el otro y a despedazarnos para conseguir el tan anhelado éxito. No podremos ser una sociedad de valores y principios cuando lo que se enseña y se aprende día con día, se fundamenta en las vejaciones más ruines contra la humanidad y el sentido de convivencia.
El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria. (Quinta Carta, Ernesto Sabato)
El hombre es un proyecto con un sinfín de posibilidades. El hombre se ha sumergido en un abismo del que pareciera no haber retorno. El hombre se precipita rápidamente hacia la miseria deshumanizada; en esa caída ha encontrado pequeños destellos de luz que le indican que aún hay una salida, que aún hay posibilidades de salir de ese abismo decadente y empezar a trazar un mejor futuro.
Los sujetos deben de reivindicar la convivencia y el sentido de comunión. Si se quiere virar el camino hacia uno más solidario, es indispensable crear sistemas de gobiernos más justos y fraternales; cuyo objetivo sea, el bien de la comunidad. Todos estos proyectos, deben de lograrse a través de la democracia y los valores que defiende; fuera de ello, se hace imposible concebir un cambio y una convivencia pacífica.
Sabato menciona que la democracia es la forma de gobierno más noble que el hombre pudo diseñar; pero que no está exenta de ser imperfecta, es por ello que el trabajo continuo para tener una mejor democracia, es una encomienda que le corresponde a todos.
Resistir es una tarea que requiere de los principios más elementales de la humanidad; resistir es hacerle frente a la corrupción, el despotismo, la perversidad, el cinismo y la sinvergüenza de aquellos que han hecho del mundo un lugar menos habitable.
Resistir es encontrar la luz en donde la oscuridad nos abraza de manera desoladora; resistir es anteponer la libertad y la dignidad por encima de la sumisión y la cobardía.
Leer y releer a Ernesto Sabato es una tarea constante para recordar que se puede vivir de formas diferentes por encima de un sistema que nos condena a la enajenación.
La importancia de leer a Sabato reside en saber que es posible cambiar el estado de cosas de un sistema que ha mecanizado la vida. Leer a Sabato es asumir el compromiso de crear un mundo más fraternario, libre y justo.
Por eso y más, La resistencia de Ernesto Sabato es una obra con una valía inestimable. Es la oportunidad de recordarnos constantemente que los valores humanos están por encima de la materialización de la vida.
Bibliografía:
Sabato, E. (2000) La Resistencia. Buenos Aires, Argentina: Seix Barral.
Bibliografía:
Sabato, E. (2000) La Resistencia. Buenos Aires, Argentina: Seix Barral.
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